Vie. Abr 26th, 2024

MADRID, 22 (SERVIMEDIA)

El psicopedagogo y profesor del grado en Psicología de la Universitat Abat Oliba CEU Ramón Novella advierte que «en muchos casos el síndrome postvacacional de los niños viene generado por sus propios padres», pues no es usual encontrar en los más pequeños un síndrome equiparable al de los mayores.

«Los niños se adaptan fácilmente a los cambios, mucho mejor que los adultos. Por eso, el proceso de aterrizaje se hace mucho más sencillo», argumentó Novella.

Además, hay que tener en cuenta que para ellos la vuelta a la cotidianidad no sólo significa el final de las vacaciones sino que también viven expectantes el reencuentro. Así, «aunque a algunos les cueste volver», hay muchos casos en los que «se da el efecto contrario y tienen la ilusión de volver al colegio para encontrarse con sus amigos».

En este contexto, Novella apela a los padres para que transmitan un mensaje positivo respecto al inicio del nuevo curso escolar. Y la manera más eficaz de hacerlo es bien conocida: «Dando ejemplo». Hay que tener presente que «si continuamente estamos transmitiendo el pesar por el final de las vacaciones y la vuelta al trabajo, queramos o no, estamos generando en nuestros hijos la misma actitud de queja y negativismo».

SÍNTOMAS

En el caso de que, en efecto, el niño viva con angustia excesiva el final de las vacaciones y el inicio del curso y no lo comunique, hay formas de detectar esa inquietud. «Si su comunicación es difícil, si rechaza hablar del nuevo curso, si demuestra nervios, dificultades en el sueño o en la alimentación, serán señales de alerta que nos pueden ayudar a detectar esta angustia», explicó el profesor de la UAO CEU.

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Es recomendable observar a los hijos especialmente si con el inicio de curso llegan cambios sustanciales en la vida del niño, como podría ser un nuevo colegio o el salto a un ciclo educativo distinto. En estos casos, Novella recomienda «anticiparse a los cambios, explicando adecuadamente que pasará en este futuro próximo, cómo serán las cosas, que experiencias se vivirán. Y luego es importante, durante los primeros días estar muy atentos a sus reacciones».

Novella parte de la premisa de que no será precisa una aclimatación brusca a la rutina escolar porque el verano tampoco tiene que haber supuesto una ruptura radical. «Las vacaciones son para descansar, pero no para perder las rutinas y los hábitos. Cuando un niño rompe totalmente el ritmo durante las vacaciones se le hace más difícil la incorporación al ritmo escolar. Es recomendable que durante las vacaciones los niños sigan con un ritmo y unos horarios dentro de un ambiente de descanso y cambio de actividad», reflexionó el psicopedagogo.