Cuando en prácticamente toda nuestra geografía los estudiantes se están enfrentando a la temida Selectividad, nos damos cuenta de que, en realidad, será la última promoción que pase por este examen de nivel antes de llegar a la Universidad. Los nervios, la necesidad de una nota para conseguir superar la de corte de las carreras y los repasos de última hora pasarán a partir del año que viene a mejor vida.

Ante la próxima reválida que se impondrá, poca información se tiene todavía. Cuando aún no han acabado las pruebas de este año, aún no han salido los datos que tendrán que tener en cuenta los siguientes en enfrentarse al acceso a la universidad.

La selectividad universitaria no es algo reciente. De hecho, entre 1898 y 1902 ya empezó a instaurarse un examen que pusiera a prueba a los candidatos que, pocos en aquel entonces, querían acceder a los estudios universitarios en una España que buscaba la regeneración nacional tras la pérdida de las últimas colonias y el momento político que vivía el país. Con altibajos, esta prueba ha regido el acceso a la universidad de millones de estudiantes españoles que, año tras año, se enfrentaban a exámenes cuyas calificaciones – en conjunto con la media de los últimos años de estudios – les permitían o no acceder a la carrera que querían en la Universidad pública española.

Y la incertidumbre es lo que está haciendo que los estudiantes de 1º de Bachillerato duden de todo. ¿Por qué? Porque si finalmente se mantiene la LOMCE tras las elecciones, el examen al que se enfrentarán nada tiene que ver con lo que hoy conocen.

Por lo que se conoce, la nueva reválida será un examen para conseguir sacar el título de Bachillerato y que será la heredera de la Selectividad. Y a falta de más información sobre el formato de las pruebas, que ya serán en cada centro docente, lo cierto es que queda por saber si, anexo a estos, cada universidad pedirá o no su propia prueba para acceder a cada facultad, aunque por ahora, parece que lo que hará será simplemente cambiar de nombre.