Sáb. Abr 20th, 2024

En la capital española la cifra de dependientes se ha visto incrementada en los últimos años y, de forma mucho más patente, durante y después de la pandemia.

Si antes las listas de espera para poder entrar en el programa de ayudas eran largas, actualmente, roza casi las 30.000 personas. Algo que podría agilizarse en algunos casos habilitando, como se hace cada año, una línea de subvenciones que ayude a las comunidades a preparar sus portales y escaleras para que sean accesibles.

Antes se llevaba mucho eso de poner escalera en la entrada de portales. Pero se ha visto que, según va envejeciendo la población y los vecinos, acaba siendo un problema que lastra, como el no disponer de ascensores, a los más mayores” explican algunos técnicos y arquitectos.

Pese a que actualmente es obligatorio que toda nueva construcción disponga de accesibilidad, hay ciertas opciones que solucionan las entradas y salidas de los vecinos con problemas de movilidad.

Se trata, por ejemplo, de las sillas salvaescaleras, una solución factible para prácticamente todos los espacios de escaleras que permite a los más mayores y a quienes tengan problemas de movilidad a sortear ese obstáculo.

De hecho, actualmente es posible hacerlas personalizadas, lo que garantiza que cualquier tramo entre plantas o incluso hasta la calle se convierta en un camino sin problemas para quienes no pueden subir o bajar los peldaños.

Tal es la importancia de esta vía de reforma para mejorar la calidad de vida de personas dependientes o de movilidad reducida que, cada año, el Ayuntamiento de Madrid pone en marcha una partida de subvenciones de las que pueden beneficiarse las comunidades y que permiten poder sumarse a abaratar los costes finales para los vecinos.

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Hay dos vías, por un lado, a través de la Ayuda de Rehabilitación de los Edificios y otra vía subvención para el fomento de la autonomía personal, lo que garantizaría que esas personas que requieren de soluciones arquitectónicas como esta, tengan casi garantizada su instalación.

“Algo que apenas lleva obra puede suponer, sobre todo en las zonas más antiguas y céntricas de la ciudad, una vía de mejora de calidad de vida para los ancianos y personas de movilidad reducida. Hay que apostar por garantizar la máxima movilidad para este colectivo ya que, algo tan sencillo, permitiría que fueran mucho más independientes” concluyen.