Jue. Mar 28th, 2024

Victoria Vosseberg (dpa) – Por lo general, son condiciones externas las que llevan a las personas a querer cambiar de trabajo: un nuevo director con el que uno no se lleva bien, un equipo disuelto o incluso un despido.

«Pero cuando las personas ya no se sienten cómodas en su trabajo también juegan un papel factores inconscientes», explica Michael Schwartz, del Instituto para Práctica Integral de Vida y Trabajo (ilea) de la ciudad alemana de Esslingen.

Entre esos factores suelen encontrarse la falta de reconocimiento y consideración, así como la ausencia de perspectiva para el desarrollo personal dentro de la empresa.

«Sueldo, estatus y bonos no son incentivo suficiente para mantenerse leal a una empresa. A la mayoría de los empleados les importa ser reconocidos como personas en su individualidad. En lugar de ello, muchas veces tienen la sensación de que son apenas una ruedita intercambiable en el motor de la empresa que debe funcionar, y eso frustra», dice este coach motivacional y asesor personal.

Entonces bien, se cambia de empresa, se tiene un nuevo jefe, un nuevo equipo, la idea es que las cosas mejoren. Pero después de un par de semanas, se instala la misma disconformidad. ¿A qué se debe?

«Detrás de esto se esconde por lo general un escaso autoconocimiento, una disconformidad consigo mismo que se traslada al contexto y que genera la ilusión de que, en otro contexto, todo será automáticamente mejor», dice Schwartz. Esto lleva a que se proyecten en el nuevo trabajo todo tipo de expectativas, con lo cual la desilusión ya está programada de antemano.

«Nuestras relaciones laborales son a fin de cuentas como todas nuestras demás relaciones», afirma el experto. «Si una persona no tiene en claro lo que quiere, se verá envuelta una y otra vez en relaciones poco satisfactorias», añade.

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Por eso, es importante la autorreflexión, preguntarse qué lo motiva e impulsa realmente a uno. «En vez de buscar el cambio en el afuera, hay que encontrar la brújula interior», opina el experto.

Entonces, ¿hay que renunciar al nuevo puesto y buscar algo que vaya mejor con uno? Es bastante humano tomar una decisión precipitada por idealismo o por simple pánico, sin evaluar bien las condiciones de trabajo o dejándose engañar por la primera impresión.

«En el momento de las entrevistas, no solo el candidato intenta mostrar su mejor cara, sino también la empresa. Esto hace que se embellezcan muchas cosas», explica el asesor de profesiones alemán  Christoph Burger.

«No se puede ceder enseguida ante la ilusión de que se encontrará rápidamente un trabajo nuevo y mejor, son cosas que llevan un tiempo», sostiene. «Hay que darle tiempo al nuevo trabajo y esperar a ver cómo se desarrollan las cosas», dice.

Su consejo: tener en claro los propios deseos de qué se quiere cambiar y hablar acerca de ellos con el empleador. Burger indica que lograr una colaboración fructífera es una cuestión de adaptación y de conocimiento mutuo. Uno puede fijarse plazos para, por ejemplo, cuándo considera que debería concretarse ese cambio antes de pensar en cambiar nuevamente de empleo.

Si la situación no mejora, es posible que surja la idea de volver eventualmente al trabajo previo. Christoph Burger cree que, en la mayoría de los casos, esto no es una buena idea, ya que con la renuncia se rompió la base de confianza.

«Además, uno no debería olvidarse de por qué se quiso ir de allí», señala. Añade que, muchas veces, el puesto que se dejó ya fue ocupado por otra persona o eliminado.

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Por eso, quien no está seguro de si vale la pena cambiar de trabajo debería intentar primero cambiar las condiciones en su empleo actual y hablar claramente con su jefe sobre sus necesidades e ideas. La dimisión debería ser el último paso cuando se hayan agotado todas las demás posibilidades.